viernes, 15 de octubre de 2010
He nacido, pero... (Japón, 1932)
Dos niños tratan de adaptarse al nuevo barrio al que se han mudado.
Me la compré hace 6 años y por fin la he visto. El caso es que la intenté ver hace mucho, pero en cuanto vi que no tenía sonido la quité. No tengo nada contra el cine mudo (algunas de mis películas preferidas son mudas, de hecho), pero eso de que no suene ni una musiquita para amenizar la velada me pareció superior a mis fuerzas, aparte que hace muchísimo como acompañamiento de las imágenes.
Y ahora, por fin, me he mentalizado, me he puesto manos a la obra... y ha sido sorprendentemente entretenida. Es tierna, entrañable y divertida. Ozu consigue, como siempre, contar una historia sencilla de una manera también aparentemente sencilla... y encandilar al espectador.
Y aun así, sigo considerando un fallo tremendo que no tenga música. Con la banda sonora adecuada estaríamos hablando de una de las más grandes películas mudas jamás hechas. Sin ella... pues sigue estando muy bien, la verdad, pero no deja de echarse en falta la música.
Un 7.
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