miércoles, 26 de agosto de 2015

La espada del inmortal

Battosai


En el Japón feudal, un guerrero con unas extraordinarias capacidades de regeneración ayuda a una adolescente a consumar una venganza.

De manera muy resumida, esa es la trama de La espada del inmortal. Sin embargo, la complejidad de este manga es muy superior a lo que pueda parecer a simple vista debido a la gran cantidad de personajes perfectamente caracterizados, cada uno con su personalidad y sus motivaciones, así como por la cantidad de subtramas que forman el conjunto de la obra. No quiero entrar en detalles para que quien decida leerlo se sorprenda tanto como sea posible.

El autor muestra además una gran nivel de detalle a lo largo y ancho de los 30 tomos que escribió y dibujó en 20 años. Se ve que desde el principio tenía las ideas muy claras de qué quería contar y cómo hacerlo, ya que hay multitud de detalles que pasarían desapercibidos para quien leyera el manga al ritmo de publicación pero que se disfrutan y asombran al lector en una lectura continua, algo por fin posible tras una larga espera.

El dibujo es de una calidad superlativa. Pocos manga he leído que tengan un dibujo tan genial, y menos aún han conseguido que me quede embobado admirando algunas de sus ilustraciones. Mención especial merecen los dibujos que hace el autor a lápiz o carboncillo, habituales al comienzo de cada capítulo. Para quitar el hipo.

Una de las cosas que más llaman la atención en La espada del inmortal es, como ya he mencionado, la cantidad de grandes personajes que hay. Lo habitual es que haya unos pocos buenos personajes y una cierta cantidad de secundarios con mayor o menor interés, pero que claramente están menos definidos y despiertan menos simpatías por parte de los lectores. Aquí es una exageración la de personajes diferentes por los que puede uno sentir admiración o, por qué no, cariño. A menudo, dichos personajes se encuentran enfrentados entre sí, lo que da pie a situaciones de infarto, verdaderamente emocionantes, cuando el lector asiste a una lucha a muerte entre dos personajes que ama y, pase lo que pase y por mucho que lo desee, difícilmente van a poder salir bien parados ambos.

Esto se consigue gracias a que no se da una visión maniquea de la historia. Aquí no hay buenos y malos. Bueno... malos hay unos cuantos, sí, que algunos de los personajes son cabrones como ellos solos y merecen todas las maldades que les puedan ocurrir. Pero, en general, no hay un grupo de buenos enfrentados a un grupo de malos. Hay varios grupos de personas con intereses que chocan con los de otras personas. En esas circunstancias y en el mundo en el que viven, el enfrentamiento se vuelve inevitable. Una vez se profundiza en por qué cada cual hace lo que hace y qué es lo que le impulsa a actuar de la manera en la que lo hace, es fácil comprenderlos y sería verdaderamente complicado decir quién tiene razón frente al resto, ya que todos (o casi todos) la tienen a su manera.

No concluiré sin mencionar también que, a pesar de durar 30 tomos, no solo no se hace largo ni pesado y no tiene altibajos sino que va de menos a más hasta concluir en un final cruento, trepidante y brutal (como casi todos los combates del manga, por otro lado), apoteósico como pocos en unos tomos finales que se leen solos y en los que cualquiera de los personajes que han llegado hasta ahí puede caer en cualquier momento, lo que contribuye a mantener esa emoción de la que hablaba antes.

Un 9.



Ulises
 
Las razones que uno suele esgrimir a la hora de valorar positivamente una obra suelen oscilar entre las profundamente subjetivas y las que creemos que son objetivamente indiscutibles, aunque al final siempre son las primeras las que responden al sentido común y en cambio las que creemos mas obvias son las que más se identifican con nuestros gustos y manías. ¿Y porqué este preámbulo? Pues porque La Espada del Inmortal, el mejor Manga que uno a tenido la fortuna de disfrutar, a la hora de analizarlo observo que en los distintos aspectos desde los que lo puedo abordar en todos ellos destaca de manera primorosa, y en general de una manera que a mis ojos resulta indudable. Y aquí volvemos al rollazo del primer párrafo, con lo que mejor ir punto por punto:




Singularidad   

Desde su salida al mercado La Espada ya no solo destacó como una evidente "anomalía" dentro del género del Manga de samurais, sinó que su estilo ultraviolento, irónico, cruel, absolutamente irreverente y fuera de géneros, estupidamente cómico a veces y siempre con un altísimo contenido artístico lo situó como un "rara avis" del Manga contemporáneo, algo "distinto" a lo que hasta ahora habiamos leido, y ahí radica en mi opinión su primera gran victoria, el ser el único referente para si mismo. Comparémoslo por ejemplo con el otro gran Manga samurai contemporaneo de La Espada, Vagabound, ambos estéticamente exquisitos, pero ambos como la noche y el día en cuanto a espíritu. Aunque claro, y aquí llegamos a una pregunta que siempre a sobrevolado a la obra durante su publicación: ¿Es realmente La Espada del Inmortal un Manga de samurais? Y es lo que tiene ser una obra sin antecedentes directos conocidos, que es difícil situarla.

Dibujo

Sea a lápiz (su especialidad) o a tinta, de intenciones caricaturescas o solemnes, cuidando hasta el último detalle o creando ensaimadas en las que no se distingue nada, el dibujo de Samura siempre resulta esteticamente tan bello como contundente aun en sus conocidos arrebatos ultraviolentos, altamente expresivo en las figuras humanas y cuando se poner "serio"... ay cuando se pone serio. Este muchacho siempre ha tenido pinta de no estar muy bien de la cabeza pero como dibuja el maldito. Algunas de sus viñetas a página entera son verdaderas obras de arte. Sin duda La Espada no sería lo mismo con un dibujo ya no digo de menor calidad, sinó unicamente mas "normal" y clasificable dentro de la tradición gráfica japonesa.


Personajes 

Sin duda uno de los puntos fuertes y característicos de la obra es la insana cantidad de personajes memorables que reparte a diestro y siniestro, tanto entre los numerosísimos principales como en los de presencia anecdótica, todos personalizados, carismáticos y pulcramente definidos, de una forma que no recuerdo en ninguna otra obra. Ya solo en cuanto personajes femeninos abruma: Rin, Hyakurin, Makie, Doa, Meguro... todas únicas y sin caer ningún típico estereotipo. Pero es que lo de los masculinos también tiene miga: Manji, Anotsu, Magatsu, Habaki, Ozuhan... y por encima de todos ellos el gran Shira, mi malo de malos de la historia del cómic, la maldad mas extrema convertida en arte, sin límites ni moralinas. Cuando conoces a Shira, cualquier otro villano te parece Heidi con la cabra.

Guión

Ni altibajos, ni tiempos muertos, ni momentos de transición ni gaitas. Un guión solido como una roca que aunque en principio nos parece remitir a la mil veces contada historia de venganza, al poco tiempo ya va por libre y solo al muy final retoma a su idea inicial. Aquí no hay ni malos ni buenos ni un bando con el que se deba identificar el potencial lector. Solo hay personalidades individuales magnificamente desarrolladas funcionando bajo un guión elástico al que no le da la gana de ceñirse ni a lo previsible ni a tópicos, y siempre dejando espacio a que los personajes (¡esos personajes!) respiren y se reafirmen en sus singularidades. Y es que no estamos hablando de ningún argumento revolucionario o sorprendente, sinó de una historia en todo momento adictiva y en el que son los actos de los personajes los que mueven la historia, y no al revés.

Momentazos

Una buena obra debe tener al menos un momento épico, las muy buenas dos o tres, La Espada en cambio tiene hasta demasiados: (Danger zone:spoiler) La impresionante muerte de Shira, el reencuentro de Rin y Manji en las mazmorras del castillo de Edo, la sesión de tortura a Hyakurin, la angustiosa batalla final, Shira "jugando" con la prostituta disfrazada, Makie luchando con los discípulos del suegro de Anotsu.. muchos, muchos.

Hiroaki Samura

Ni idea en que se embarcará Hiroaki Samura finalizada su obra magna, y aunque superar "esto" se vea harto complicado, ese aire de geniecillo chiflado que se gasta hace que me espere lo mejor. Veremos. Al menos, el cielo ya se lo ha ganado.


Y ya no tengo mas que decir.

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